Wi-Ti-Kô

Soy consciente de que nunca se me dió bien escribir: la narrativa encierra muchos más misterios ( y todos ellos maravillosamente sugerentes e interesantes) como para que mi inquieta naturaleza, despistada y nada acorde con las más elementales normas que esta disciplina requiere, haga caso de ellas.
Pero, solventada esta premisa, quiero hablar, o escribir, ahora, sobre algo que llamó poderosamente mi atención hace apenas unos días:
Cthulhu y su imperiosa llamada seguían ejerciendo sobre mi persona ese interés renovado constantemente   (  y olvidado unos minutos después) por los Mitos y los maravillosos y evocadores  relatos del gran atormentado Howard P. Lovecraft hasta el punto de haberse convertido, a principios de este año, en otro farragoso intento por mi parte de intentar una recreación variopinta y diversa de personajes históricos reales que, en algún momento de sus vidas cruzan sus destinos en un vórtice geográfico determinado.
Un caserón de estilo victoriano, enorme, tétrico y "a propose" para situar el escenario narrativo de aquel "pandemonium" en donde un elenco de grandes figuras históricas convergiesen para traer, unos, a los Profundos, a los antiguos dioses del parnaso lovecraftiano y llenar el mundo de los mortales con las Sombras de la desolación, aunque algunos de los otros personajes, naturalmente, creyesen poder impedirlo.

Manos a la obra: tirar de la Wikipedia, buscar información sobre los "actores" y lo que pudiera descubrir sobre sus vidas; fue, es, sigue siendo una ardua labor pero nada fatigosa; la búsqueda en la red de todos los "dramatis personae" supuso una interesante tarea diaria,  de una búsqueda más o menos fructífera, pero para nada pesada; cada vez que encontraba, acomodaba y acoplaba a una nueva figura en aquel rompezabezas, venían otros, con más información y nuevos informes documentales pasaban a engrosar el listado de datos y fechas relacionados con tal o cual personaje.

Aún no he terminado de completar el elenco, la lista parece inacabable, pero cuando ya empezaba a darme cuenta de que debía aglutinar toda esa vasta información, filtrar datos, adjuntar fotografías con cada biografía, empezar de una vez a escribir de verdad sobre todo aquello, llegó el momento de enfrentarse a la temible página en blanco del Word, comenzé el primer páfarro y...
¡ Había un espacio tan vacío en todo aquello que pensé: ¿Y todo esto... para qué?
Supe, o creí, ( aún lo creo) que debía existir un hilo conductor, un nexo común que le diera sentido, un motivo principal por el que todo aquello existiese de aquella forma, un por qué de las cosas, por qué imaginar una historia donde Edison se encuentra con Aleister Crowley, donde un joven y tímido escritor en ciernes, desgarbado y anticuado, llamado H.P. Lovecraft, recibe una invitación a una gran mansión a las afueras de su Providence natal, cuando su madre acababa de morir apenas unos días antes?, Por qué asistirían los mencionados anteriormente? Qué conduce a Nikola Tesla a reencontrarse con su antiguo socio y jefe, y quíen quiere oir hablar de su "rayo de la muerte"?
Os parece realmente sugerente?
Creéis sinceramente que el encuentro "ocasional" durante unos días de estas personas reunidas en una fiesta privada puede tener sentido para crear un relato con estos y algunos datos y personajes más?
Ahora mismo continúo planteándome si realmente lo tiene...
Debido a ello, y navegando entre páginas e informaciones que pudiesen ayudarme a encontrar el "leitmotiv" descubrí, por pura casualidad, aquella historia simple y verdadera, con unas connotaciones tan terriblemente dramáticas, (¡y por qué no decirlo: con un morbo impresionante!) que me hicieron sentir el famoso puñetazo en la cabeza del que hablaba Kafka y su idea del impacto que un libro debería ejercer sobre nuestro pensamiento..
"En el mes de Diciembre de 1879 se había procedido a la ejecución por ahorcamiento de un nativo Cree en el patio de Fort Saskatchewan, en Alberta, Canadá, en la primera ejecución oficial que se efectuaba en aquel vasto territorio. Previamente juzgado y sentenciado a la pena capital por el asesinato y actos de canibalismo cometidos por él (Swift Runner, o Corredor Veloz, o Kah-Kee-See-Koo-Chin) en los cuerpos de toda su familia; a saber: su esposa, al menos cuatro de sus hijos e hijas, su madre-en-ley, y un hermano-en-ley. 
El informe se acompañaba de dos fotos: (ambas las adjunto más abajo) mostrando al reo portando una cadena y una enorme argolla y, junto a él, un soldado de la NWMP, un "mounty" custodiándolo.
La otra foto muestra cráneos y huesos expuestos, a modo de prueba".
En la Red hay, básicamente, los mismos elementos visuales (fotografías) versiones muy parecidas del informe y poco más, aparentemente...
Cuando ví la fotografía de Swift Runner sujetando una enorme argolla a la altura de su cintura, me fijé en la recia complexión del tipo y me pareció que sus manos eran, en proporción, más pequeñas en relación con su estatura (un metro ochenta, aprox.) y un peso rondando los 90 kilos).
Me encandiló el rostro sereno del nativo y me puse a dibujarlo, o esbozarlo, a plumilla, de manera rápida y sin pensar en nada más que en intentar desentrañar algo de aquella mirada tranquila, natural y hasta amable de una persona que había asesinado unos meses antes, a sangre fría, al mejor estilo (supongo) del doctor Hannibal Lecter y, sin inmutarse, a su mujer, sus hijos, y dos personas más; en total, 8 cadáveres tras él, con algunas pruebas terroríficas encontradas por la Policía Montada durante la búsqueda y posterior interrogatorio.
No es escalofriante? No es acaso terrible la asimilación de tales actos al pensar en ellos?
Y a partir de esto, la decisión estaba tomada: Tenía que escribir sobre ello! necesitaba contar su historia, para mí y para todo aquel/aquella que lea estas notas, imaginar parte de su infancia, reconstruir (modestamente) esas partes de la vida que, a pesar de la distancia en el tiempo, nos une al común de los mortales: Vivir...
A pesar de los escasos datos que hasta el momento he encontrado en Internet, aprendí hace tiempo que la historia real de muchos de los personajes históricos y reales sobre los que he leído, van acompañados en su bagaje con muchas anécdotas que pudieron, o no, ser reales, y que las lagunas que el tiempo se ha encargado de interponer entre las vidas de los estudiados y los que se pusieron a conocerlos un poco mejor, se han llenado, en muchas ocasiones, de situaciones creadas, o recreadas, para suplir nuestro desconocimiento, con la poesía de la imaginación...
No pretendo eso, no soy escritor ni me siento capaz de intentar emular a algunos de mis escritores favoritos: ni siquiera pretendo justificar al autor de aquella terrible masacre sin sentido; es sólo como una suerte de satisfacción personal por indagar (tengo demasiado tiempo) un poco más cuando encuentro alguna noticia, algún indicio, algo que me recuerda la escalofriante y absoluta precisión que muestra el ser humano en determinadas situaciones: ésta del pasado reciente y las terribles noticias que muestran, de continuo, las televisiones de todo el mundo: niños que aparecen en playas extrañas, con el rostro hundido en la arena, a merced de las olas, muertos, ¡naturalmente! aunque no de forma natural, como todos sabemos...
Niños muertos portados por padres vociferantes y lágrimas arrasando sus mejillas, pidiendo a su dios que aparezca y fulmine a esos portadores del fuego y la muerte, en cualquier país... hombres y mujeres sentados en una colina, con sus sillas plegables dispuestas frente a la orilla del mar, pero que en este caso contemplan cómo su ejército arrasa literalmente aldeas llenas de palestinos, alegrándose por ello...
pequeños ataúdes transportados en volandas por decenas de manos adultas, gritando con odio y dolor...
¡¡Que lejos queda eso, no? Al menos, nosotros podemos hacer lo mismo que los espectadores de la colina: nos sentamos en nuestro sillón favorito, encendemos el televisor y elegimos la programación...
De verdad hay tanta diferencia al cabo de los años? A mí no me lo parece...
Y vosotros, qué pensáis?






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