Cinco

Los Apuntes del Mal

 

Capítulo 3. El demonio de las Buenas Intenciones

 

Leer así, de sopetón, una carta del mismísimo Lucifer clamando por demandar cariño de su Padre es algo interesante (aunque pienses que esta basura podía haberla escrito cualquier iluminado en estado febril, o incluso yo mismo)…

En aquellos cinco últimos días, ¡creedme! me dediqué a pasar y repasar cada una de aquellos cientos de páginas desgastadas por el uso, el paso del tiempo, los mordisqueos de ratoncillos, la humedad y un sinfín de condicionamientos ambientales que habían deteriorado,  mansamente, aquellos libros…

 

“Dios creó el Mal para salvar a la Humanidad de la Bondad…

Así, el Mal,  concebido como una corriente natural, que nace como una brisa arrullada por la Aurora, un soplo de aire fresco en la amanecida, en el despertar de la mañana, vive con la ayuda del movimiento de las esferas celestiales, para acabar convirtiéndose ora en un terrible huracán, un titánico Maelstrom, o un gigantesco Tsunami, cuyo único fin es la aniquilación de cualquier signo de vida sobre la faz de la Tierra y los 7

Océanos…

A su paso, la desolación de los territorios, la destrucción inapelable, y la desaparición de cualquier especie, la convierten en la herramienta perfecta y definitiva para la Extinción…

De este modo, justifica Dios su dudosa existencia…

¿Por qué prohibir la Rebeldía?

¿No es, acaso, la Muerte el Destino Final?

¿Por qué entonces, Oh, Padre Celestial, desprecias tanto mis actos?

¿Qué motivo, si no mi propia existencia, fuere la causa de tu feroz e injusta Venganza sobre esta Sombra que tanto te ama?

¿Qué terrible Anatema lanzaste sobre Aquel al que nombraste “Hijo más Amado”hace eones, para que me haya convertido en un ser horrendo y despreciable hoy…cuando Tú me engendraste?

¿O no soy, ya, parte de Ti, Oh, Creador?

Tras la Caída, camino sobre espinas endurecidas como el corazón de mi Padre.

Recorro desde hace Eones esta Tierra dislocada, fracturada como el barro endurecido y resquebrajado del más reseco y árido de los desiertos que Tú, Oh Gobernador del Desaliento, quisiste destruir y anegaste porque tu propia obra se estaba rebelando, y tus hijos e hijas descubrieron que Dios, su Padre, era Falible…

Yo, tu siervo más ferviente, se los mostré…

Les enseñé con cariño…

Les eduqué con fervor, paciencia e incluso les mostré que el Dolor puede enseñarnos a alcanzar la Divinidad…

Pero jamás me desvelaste alguno de tus propósitos para con ellos, los Hombres…

Cuando ya mis doctrinas, pensamientos, acertijos y enseñanzas hubieron sido asimiladas por Tu creación, comenzaron a tomar decisiones por sí mismos, vanagloriandose ufanamente de su inteligencia, reprochándote a Ti que su libre albedrío era un regalo envenenado, pues siendo dueños de sus propias acciones, delegaban en Mí la culpa de, por ser tentados, caer una y mil veces en los mismos errores y pecados que Tú mismo les habías planteado, mediante advertencias y prohibiciones que fueron, siempre, pruebas elaboradas por Ti, porque nunca te fiaste de tu propio criterio, Oh Mi Dios!...

Los Hombres maldicen mi Sombra, anticipan mi aparición, huelen el aroma salobre y pestilente que precede a mi llegada, porque Mi Señor marcó mi frente con el Número de la Bestia, revistió mis albas alas de cartílago negro, convirtiéndome en un Maldito…

Yo soy el Mal…

Yo soy la Bestia que Seraph y Qherubes odian y desprecian…

Yo soy el Anatema Errante y Eterno…

Yo soy un aborto despreciable y condenado por Dios, el más injusto de los Jueces…

Yo soy, además, el Hijo que jamás conocerá a su Madre, pues fui concebido por el Pensamiento de Dios, hecho Verbo con el nombre más hermoso..

Y camino sobre la faz de esta Tierra maldita, sembrando las semillas negras que mi Padre me entregó, regándolas con la sangre de recien nacidos, las lágrimas de los inocentes, y el semen de los asesinos…

Yo soy el Portador de la Luz…”

 

 

Letanía a Luzbel,

Nam Homines, Manuscrito Unico.

 

 

 

 

 

 

 

 

 



 

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